Instalación Quién me habita

QUIÉN ME HABITA: INSTALACIÓN DE MÓNICA DOWER
EN EL MUSEO DEL CHOPO

Instalacion Quién me habita, 2004 talla de madera 180x60x40cm dibujos al carbon espejo de agua.jpg

Instalación Quién me habita, 2004 talla de madera 180x60x40cm, dibujos al carbón

espejo de agua, 2004

 

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Detalle de talla de madera. 2004.

 

Instalación Quién me habita

Por Luis Rius Caso
Compuesta por un espejo de agua que refleja la imponente estatua de un hombre negro, a la vez que las diversas imágenes de 11 dibujos de gran formato que lo circundan, la instalación de Mónica Dower, titulada Quién me habita, constituye una notable propuesta de arte conceptual, que puede apreciarse hasta el día 4 de julio en el Museo Universitario del Chopo.
La intención de la artista es crear un espacio específico donde el espectador reflexione sobre sí mismo a partir del reflejo (de la re-flexión) de su imagen en el agua. La magnífica escultura del hombre negro significa a un sujeto simbólico, contundente en su peso y materialidad, pero despojado de elementos que lo definan desde lenguajes predeterminados, como lo son el de la sexualidad, la raza, el género, la cultura…Es como si hubiera sido apartado del lenguaje antes de que éste hubiera terminado de decirlo. Asume tan sólo una representación “naturalista” (y no una geométrica o esquematizada, que son formas legalizadas de representar a un ser esencial) y el color del carbón, por ser éste la materia a la que queda reducida, en última instancia, la existencia corporal.
La raíz también es tomada como un elemento esencial de la naturaleza, por lo que cumple una función representativa análoga a la del hombre reducido a su esencia. Es el mismo caso de los seres humanos constreñidos a una forma esencial, que aparecen en diversas combinaciones con las raíces de los dibujos, estableciendo el vínculo primordial hombre/ naturaleza, o mejor, hombre/ signo/ naturaleza.
Los seres y las raíces materializan en el orden de la representación esta condición neutra y la multiplican en su reflejo, como una pregunta que nunca tendrá respuesta y que sin embargo no deja de repetirse de múltiples formas. ¿Quién me habita? , se pregunta Mónica Dower, a partir de un ejercicio artístico que se afirma en el plano de una conciencia que no deja de inventarse a través de infinidad de construcciones, de posibilidades momentáneas y relativas, que se multiplican como las ramas de un árbol.
La pregunta de Mónica Dower se corresponde con las del poeta místico del siglo XIII, Rumi, cuyo pensamiento constituye uno de los fundamentos teóricos de su obra reciente. Su presencia en la gran sala del Chopo, invocada a partir de un cuarteto suyo escrito en una cédula, marca un espacio de diálogo entre poeta y artista particularmente efectivo en el contexto de la instalación. Cito el cuarteto:
Quién es aquel que en mi oído escucha mi voz?
Quién es el que pronuncia estas palabras a través de mi boca?
En mis ojos alguien se lleva mi mirada.
Cuál es el alma de la que soy el vestido.

De notable eficacia simbólica, la instalación se ubica en un registro del pensamiento transitado también por Pessoa, e.e. Cuminngs, Tablada, poetas de la duda sobre el ser propio y su multiplicidad, del ser condenado a la diversidad de los heterónomos, a la errancia interminable hacia el yo definitivo.
Pero el gran mérito de Mónica Dower no se limita en ilustrar este gran tema o, debería decir, este gran problema. El suyo no es un arte que esté al servicio de algo externo que no pase por su interés. Como pintora, escultora, videoasta e instalacionista, ha demostrado su capacidad de abordar asuntos de indudable vigencia, pero desde el terreno de lo artístico, desde los valores simbólicos y técnicos que ella maneja y con los cuales amplía, acota, afirma o transgrede, día con día, su ámbito propio, su casa de estar y no estar (diría Marco Antonio Montes de Oca).
Celebro con entusiasmo esta exposición, de notables valores estéticos y artísticos (repito), que invita al público a pensar, a reflexionar, en un clima de ideas que nada adeuda al legado ocurrencial que ha extenuado a esa rama del arte disfrazada de conceptual, que desde hace varios años venimos padeciendo.
Mayo 2004.

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